jueves, 24 de marzo de 2011

John Henry, El Chino Millán, la historia del brazo derecho de Pablo Escobar

John Henry, El Chino Millán,  la historia del brazo derecho de Pablo Escobar

Por: Norma Ponce Loya

Hace días tuve la dicha de entrevistar a un personaje muy singular, a John  Henry Millán, mejor conocido como el Chino, quien ofreció una conferencia a estudiantes del Tecnológico de Monterrey Campus Chihuahua, en el marco de la celebración del Día Borrego, el pasado 15 de marzo.
Anduve tan ocupada que me olvidé de subir el reportaje que hice al blog y solamente lo envié a un magazine local. Pero ¡Oh sorpresa!, hoy al despertar, tras apagar la molesta alarma que provenía de mi celular, entre como de costumbre a mi facebook y me encontré con la nota de Milenio y La Jornada, donde se decía que cerca de 715 medios nacionales habían pactado un acuerdo para la cobertura de la violencia. Los objetivos de esta iniciativa, según los creadores, se hicieron con la intención de proteger la integridad del periodista y a su vez para impedir convertirse en voceros del crimen organizado. Desde mi punto de vista, considero bueno y malo este pacto. Bueno porque hasta cierto punto sí se le dará más protección al reportero que vive en constante amenaza y malo porque no creo que limitando la información o maquillándola se termine este mal que afecta a toda una sociedad; simplemente no se puede tapar el sol con un dedo.
Bien lo decía la nota en Milenio, donde el documento indica que “Uno de los retos centrales que tenemos los medios en este tipo de coberturas es cómo consignar hechos con valor periodístico y a la vez limitar los efectos estrictamente propagandísticos de los mismos”, para impedir que los presuntos delincuentes se conviertan en “víctimas o héroes públicos”. Justamente por esta razón les hablaré hoy de lo que pude rescatar en la conferencia y entrevista con el Chino, un hombre que hace 20 años fungía como el líder de sicarios del capo colombiano más poderoso de la década de los 80, Pablo Escobar Gaviria.
El ex sicario se remontó al año de 1969 cuando comenzó su dramática historia, en un barrio de Medellín. Este hombre, terco con la vida, siempre fue repudiado  desde que estaba en el vientre de su madre. Su padre se olvidó de que existía y su madre se practicó un aborto fallido a los 8 meses de gestación. Cuando nació, John Henry fue regalado a su abuela, quien lo crió con muchas carencias, donde lo único que comía era frijoles y arroz. “Soy fruto del encuentro amoroso, pero nunca deseado”, se refirió el Chino cuando contaba su aciago relato.
El entorno social donde el Chino creció fue en el barrio más violento y pobre de Colombia. Conoció el hambre, el dolor y la crueldad. A temprana edad fue testigo de cómo uno de sus mejores amigos tenía que vender su cuerpo a cambio de unas monedas para alimentar a sus hermanitos que duraban días atiborrándose de agua con sal para no morir de hambre. 
Todas esas imágenes que hasta la fecha guarda en su memoria, llevaron al Chino a ser parte del crimen organizado. Siempre con actitud de líder, fue la cabeza de los “tesos”, el grupo de niños y jóvenes del barrio que trabajan de sirvientes para el Cártel de Medellín. El Chino comenzó haciendo mandados y lavando carros para Memo Ochoa, el capo referente de la década de los 70. Cinco años más tarde, Pablo Escobar remplazaría a Ochoa y sería el mandamás del cártel, gracias a la producción de cocaína “escama de pescado”, con un 93% de pureza que le generó una fortuna de 6.8 billones de dólares.
El Chino ya no trabajaría más para Ochoa, sino para el nuevo Patrón, Pablo Escobar, un joven conocido por su vestimenta excéntrica y su audacia en los negocios sucios. Pablo reconoció la fidelidad  y valentía del Chino y pasó de ser un simple trabajador al nuevo líder de sicarios del cártel, con más de 20 mil personas a su servicio “Cuando formo parte del cártel, el cinturón de seguridad estaba por encima del presidente. A mi cuartel nadie entraba, 1000 millas hacia enfrente en una periferia de una ciudad completamente satelizada y custodiada porque era la seguridad de Pablo” relató el Chino.
A su corta edad de 13 años, el Chino cometió el primer de 250 asesinatos que haría a lo largo de profesión como pistolero. Al mismo tiempo que se desempeñaba como sicario convivía con Carmen, una vecina cristiana de su barrio, que nunca perdió la fe en el poder de Dios para salvarlo. “Era una mujer analfabeta, no tenía elocuencia ni demagogia, pero por 30 años en el barrio se ganó la confianza, porque la única manera en que daba y predicaba su mensaje era regalando todos los días, 250 almuerzos a los niños pobres. Nos dio inspiración y confianza porque desde niños fuimos marcados.”, cuenta John Henry.
Esa misma mujer le predicó el evangelio y le decía que algún día él iba a dar testimonio de su cruel vida. El Chino, lleno de dolor y resentimiento veía lejana la profecía que Carmen le hacía. Sin embargo, cuando llegó a los 19 años su vida dio un giro. En Colombia arrancó la Operación Exterminio, una acción  impulsada por el gobierno, con la intención de capturar a los capos más peligrosos. El Chino Millán fue aprehendido y corrió con el destino de ser torturado por varios días y de diversas maneras; le aplicaban sosa caustica en su nariz, el hacían famoso “bolsazo”, entre otros azotes.
La operación exterminio sonó en el mundo porque su muerte fue muy anunciada. La genta sabía que al chino Millán lo tenían que matar y lo peor es que el tipo que lo tenía que matar había recibido 7 atentados por parte del Chino. “Cuando estaban por sacarme a matar,  faltando cinco minutos con un reloj que contaban los oficiales de custodia, comenzaron a  hablar en clave y mencionaron al Águila 1, el comandante de la operación más violenta en Colombia. Cuando yo oigo que el tipo descendió pensé que de ahí no saldría vivo. El comandante llegó y me quitó el costal de café que tenia encima, me preguntó si yo era el Chino Millán y mi edad. Yo le contesté. También me preguntó si conocía a Nelly. Mi respuesta fue: si señor fue mi compañera desde que somos niños. Luego el me dijo el comandante: La única que persona que me ha narrado cosas hermosas de ti es Nelly, me llevo una foto tuya hace 6 meses. Esa foto la ha visto mi esposa, y la fotocopia de mi hijo que perdí hace meses en un accidente, eres tú, tú naciste el mismo día y año que mi hijo. Pero después de eso me dijo: Te tengo que matar” narró John Henry.
Al final, después dos horas de camino lo llevaron al campo y lo bajaron en un pantano, donde fue rafagueado dos veces, con armas largas. Destrozaron su pierna izquierda y el vehículo se fue. “Yo dije de aquí no salgo vivo. El calor en la sangre era tan tenaz que yo sentía que había muerto pero me sentía feliz porque no sentí dolor. Después de dos horas, me levantaron unos campesinos, y me dicen: amigo te han regalado la vida”, relató.
Su cuerpo estaba desfigurado, pero con vida, y eso, según él, lo motivó para ser un hombre de fe. A partir de ahí, es cuando afirma fue tocado por Dios.” Ese día aprendí una verdad. Nadie en la tierra es bravo. Esto es importante que lo aprendan en Chihuahua,  porque el bravo es bravo hasta que el más cobarde le plazca. Yo lo viví, tenía un ejército, Pablo era mi patrón, activó a 7 mil personas y les paga dos millones para que me encontraran y no pudo hacer nada. En el recinto yo me preparé a morir. Pero en el último momento, agache mi cabeza y me acorde de las palabras que Carmen. Hice el traqueteo más grande de mi vida, le dije a Dios: aquí está el criminal más bravo en la historia de Colombia, si vos haces un milagro y existís de verdad, dame una oportunidad porque yo ser un portavoz de tu anuncio.” contó John Henry con una voz quebradiza.
El Chino, quien afirma ser una persona completamente diferente a la que era antes, explicó que la gente pensaba que Pablo había pagado mucho billete para que lo  liberaran, pero convocó a los medios de comunicación y dio su primera declaración que impactó todos.  “Hoy el criminal más poderoso en la historia  del cartel de Medellín renuncia a Pablo Escobar”. Desde entonces se ha dedicado a colaborar con la sociedad, enviando un mensaje de paz y ayuda a los grupos vulnerables.
Su organización, Vida Max, le ha permitido actuar en mil 500 centros penitenciarios de 60 países, logrando hasta ahora la recomposición del 60% de los hombres más peligrosos que trabajaban junto a él. “Hoy en la nación más violenta del mundo hemos impactado a miles de criminales. El barrio más violento de Pablo Escobar es un barrio de paz. Uno de los principios más grandes que nuestra fundación establece es entender que detrás de una historia hay una mejor historia.  El mensaje más grande que puedo dar es que la indiferencia ante los violentos causa la desgracia a una sociedad”.
Con la intención de hacer una reflexión a los jóvenes de Chihuahua, que actualmente  se ven afectados por el fenómeno de la violencia y crimen organizado, el Chino explicó qué el criminal siempre nace embargado por la miseria del dolor  y crece con la reprobación de la sociedad. Por lo cual es necesario evitar a la corrupción, a la cual considera amiga de la violencia, y generar alianzas donde todos  hagamos justicia pero con integridad, involucrando a educadores, educandos, sociedad, política, fuerzas militares y violentos.  Así es como, asegura, nace la iniciativa de cambio.
John Henry, quien ha sido amenazado de muerte en varias ocasiones desde que comenzó su reivindicación, se desempeña como  representante de su asociación en las naciones unidas y en Colombia es considerado como un símbolo de Amnistía. Conocedor del tema define a Chihuahua  como un estado destrozado,  a México como un país debatido,  y al eco de la nación como un eco de desesperanza y temor, donde  hace falta que juzguemos menos y trabajemos más en una restauración social.
Pese al duro testimonio del colombiano, la polémica no tardó en  manifestarse y hubo quienes se cuestionaron que hacía un asesino dando testimonios de fe, en lugar de estar pagando su condena por los cientos de crímenes que cometió. Sin embargo, el Chino Millán afirmó que ser parte de una historia de homicidio, es simplemente vivir la historia, “Tu estas inmunizado por el dolor, la desgracia y el resentimiento. Cuando esas partes son parte de tu historia tu no ves,  ni sientes. ¿En dónde yo empiezo a reflexionar?, Cuando mi vida es procesada, es transformada, tocada e inspirada. En ese crecimiento, día a día,  es que empecé a mirar las cosas de una manera diferente.  Pero en el momento donde tu estas en la guerra sientes la sangre encima sin ver y sin sentir” respondió.
Asimismo, afirmó que Pablo Escobar ha resultado un icono dentro de la cultura colombiana, donde su imagen se  ha convertido en un negocio y donde el verdadero valor de Pablo tiene que ser sustentado por una verdad más profunda, porque detrás de esa representación está pasando una mejor historia.
Sea cual sea la postura de quienes conozcan la historia del Chino Millán, lo que sí es certero es que: “Donde el gobierno no está, el capo hace fiesta”.

sábado, 26 de febrero de 2011

La cachucha de brillitos

(Norma Ponce Loya)

Antes era la camisa de seda, marca Versace. Ahora lo que rifa en la moda del narco es la bota puntiaguda, cinturón pinteado, camisa excéntrica con leyendas religiosas, y la típica cachucha de brillitos, diseñada por Christian Audigier para el famoso tatuador californiano, Don Ed Hardy. Pues según el imaginario de muchas personas, este es el vestuario identitario de un capo, buchon, gatillero, bandolero, sicario o como quieran llamarlo.

No obstante, esta moda la han adoptado muchos “mangueras”, que dentro del narco argot no son más que “una especie endémica del noroeste de México; weyes que su mayor ilusión es llegar a ser narcos”, según una enciclopedia en Internet, donde cualquiera puede subir o comentar información.

Según esa fuente “Para ser manguera no importa cuanto dinero se tenga, puede ser desde el más pobre, hasta el más rico, el problema es que entre más pobres sean, más ridículos se ven”.

Llama la atención, por ejemplo, que uno de los tantos diseños de gorras que tiene esta marca, incluye la imagen de un corazón rojo sobre una calavera blanca con rosas rojas, y la leyenda de “Love Kills Slowly” (El Amor mata lentamente). Toda forrada de cristales en tonos brillantes.

Esta burla fina y disimulada la asoció con las constantes muertes que lleva a cabo el crimen organizado. Y es que resulta tan obvio, pues tan solo falta leer la nota del pasado 16 de agosto, en la sección de “Justicia” del Heraldo de Chihuahua, cuando narran que durante el concierto del Tigrillo Palma en Cuauhtemoc se desató una balacera. Así lo narran: “El lesionado comenzó a discutir con una persona del sexo masculino con vestimenta oscura y cachucha de brillitos; éste había sacado un arma de fuego y produjo 2 disparos al piso y arremetió en contra del mencionado a darle de golpes, para darse a la fuga entre el caos que se presentó en el lugar”.

Queda claro, entonces, que aunque no se intente generalizar, el prototipo que tiene la sociedad y hasta los medios de comunicación, es que quien vista de esa forma, es el malo de película. Así que aguas, quien quiera protegerse del sol, mejor úntense bastante bloqueador solar, porque si usa cachucha de brillitos, ya estuvo que lo etiquetaron.